19 Nov Simbiosis
Las relaciones simbióticas constituyen una de las interacciones biológicas más fascinantes de la naturaleza.
Cuando hablamos de relaciones simbióticas nos referimos a una relación estrecha y duradera en el tiempo que se establece entre dos especies.
Entre este maravilloso tipo de relaciones, podemos encontrar distintas formas desarrolladas por variadas especies, dependiendo de la intensidad y de lo que cada participante aporte a este vínculo.
Podemos encontrar simbiosis de comensalismo, donde una especie obtiene un beneficio pero la otra se queda igual, un claro ejemplo es la relación de ciertas aves o algunos insectos con los arboles; parasitismo, donde una especie obtiene beneficio a costa de perjudicar a la otra, los parásitos tienden a afectar el estado físico del huésped y a beneficiarse de este provocando daños en una relación que no es equitativa y por último, hablamos de mutualismo, cuando ambas especies obtiene un beneficio.
Muchas de estas relaciones son tan estrechas que las dos especies se necesitan para poder vivir.
La relación de mutualismo es de la más fantásticas para ser observada en el fondo del mar, se acerca a una absoluta relación de cooperación y es un proceso muy significativo, teniendo una importancia en el equilibrio de los ecosistemas.
El mutualismo puede no ser permanente ni obligatorio. Cuando uno no depende del otro para sobrevivir la relación no es obligatoria, pero ambos salen ganando.
Dependiendo de lo que cada especie aporte a esta simbiosis, podemos diferenciar dos tipos de mutualismo:
Por un lado podemos encontrar el mutualismo llamado recurso por recurso, en el cual ambas especies aportan a la otra un recurso o sustrato que no puede conseguir sola o que le resulta más complicado para obtener. En este tipo de mutualismo ambas especies se especializan en la obtención de un recurso, y el excedente lo comparten e intercambian con la otra especie.
Por otro lado, encontramos el mutualismo donde el intercambio es recurso por servicio. Este es el caso de las plantas polinizadoras. Las plantas dan un recurso a cambio de que las abejas y otros animales polinicen sus flores.
Y finalmente existe el mutualismo en que solamente se intercambian servicios dentro de este tipo podríamos encontrar la relación entre el pez payaso y las anemonas de los bancos de coral. El pez payaso inmune al veneno de las anemonas, se protege de sus depredadores ocultándose entre sus tentáculos. Con su movimiento entre las anemonas crea corrientes de agua para limpiar sus tentáculos y evitarles infecciones. En esta relación intercambian servicios y recursos, ya que los restos de las presas de las que se alimentan las anemonas son aprovechados por el pez payaso para su alimentación.
Otra relación mutualista, y para nuestro parecer, la que mas llama la atención a los amantes del buceo, es la relación entre el gobio de Luther y una gamba ciega.
Esta relación está basada en que el gobio de Luther no posee los dotes adecuados para cavar su casa y construir una buena madriguera, ante este problema la gamba pone solución con sus potentes patas, cavando la madriguera, así ella obtiene del pez a su propio lazarillo.
Viven juntos en la cueva, salen juntos a buscar alimento, las antenas de la gamba están en contacto con el pez y cuando éste detecta un peligro, le da un toquecito a la gamba y ambos huyen a la cueva.
Y por último, el ejemplo más llamativo: las famosas Estaciones de limpieza que existen en los arrecifes, donde acuden muchas especies de peces o de otros animales marinos a que otros peces o crustáceos, conocidos como “cleaner” les limpien sus parásitos.
Los que acuden a estas estaciones quedan libres de parásitos o de tejido muerto de heridas y a cambio los limpiadores obtienen alimento.
